Evaluar en la Era del Aprendizaje y el Trabajo Colaborativo

Evaluar LRSoul

La evaluación en las organizaciones debe ser un proceso más que un suceso.

Si el aprendizaje debe ser permanente, ¿la evaluación debe ser continua?
¿Cómo aprendemos en la era del conocimiento y la colaboración?
¿Cómo evaluamos nuestros aprendizajes?
¿Cómo nos evaluará nuestra organización?
¿Qué acreditarán las instituciones educativas y las escuelas de negocio?
¿Qué competencias deberemos acreditar?
¿Sabemos desaprender?


Los procesos de evaluación, fruto de su identificación con procesos similares en la escuela, se consideran a menudo un fin en sí mismos, como la finalidad del proceso de aprendizaje, su objetivo. No se entienden los procesos de evaluación de la transferencia del aprendizaje como una forma de reflexión sobre los procesos de cambio y mejora continua, de búsqueda de errores y vías de mejora.

En las organizaciones, cuando se evalúan los aprendizajes más allá de los cuestionarios de satisfacción después de una acción formativa, se busca la "acreditación" del conocimiento y el profesional no participa en la revisión de su proceso de transferencia y, por lo tanto, el acto evaluador no es parte de su proceso de aprendizaje.

Si partimos de las características del aprendizaje adulto y los principios del constructivismo:
Los conocimientos previos sirven de unión a los nuevos conocimientos en la formación de profesionales adultos que generan su propia significación de lo aprendido.
En los procesos de aprendizaje en los adultos hay que respetar los diferentes ritmos de aprendizaje, sus diferentes estilos, capacidades, memoria...
El pensamiento divergente, la visión crítica y la creatividad deben ser valorados y estimulados.

Teniendo esto en cuenta, hay que evaluar centrándose en procesos más que en resultados. El "aprendiz" debe asumir la responsabilidad de su aprendizaje y utilizar la evaluación para medir sus mejoras y transformaciones tan necesarias en estos momentos líquidos de cambio constante.

El "formador" debe ser un "mediador" en el proceso de aprendizaje y un elemento más en un sistema evaluador colaborativo y multidireccional, en el que el "aprendiz" se autoevalúa, es evaluado por sus pares y donde el formador aprende de y con los profesionales. (Collins, Brown y Neuman, 1995)

La evaluación debe ser un proceso más que un suceso. El propósito fundamental de una evaluación debería ser establecer niveles de avance o progreso en el acercamiento a un determindao objetivo y donde el error es parte natural del aprendizaje.

Dicen que de lo que aprendimos en la Universidad apenas nos sirve para el trabajo el 10%. El 90% restante cambia, evoluciona, se transforma continuadamente... La evaluación por lo tanto no puede ser sobre conocimiento consolidado, estanco, cerrado. Evaluar la capacidad de cambio, la capacidad de transformación, adaptación, movilidad... requiere de otras metodologías y procesos que tengan en cuenta esta capacidad de adaptación a la realidad cambiante. 

El concepto de evaluación debe cambiar también y alejarse de ese modelo que tiene que ver con conocimiento consolidado para centrarse en la capacidad de adaptación.








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