Envejecen mucho más rápido las máquinas que las personas. Elogio de la longevidad.
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Talento: Inteligencia que elige bien las metas, maneja la información, gestiona las emociones y practica las virtudes de la acción. José Antonio Marina
Lentamente se van sumando a la lucha contra el "edadismo" y la reivindicación del talento sénior más profesionales que ven que esta nueva generación de profesionales maduros y expertos, no puede ser apartada del mundo laboral y de la acción social, porque es tirar a la cloaca experiencia y talento tan necesario en este mundo líquido en el que el cambio es la constante.
Ayer, sin ir más lejos, mantuve una interesante, intensa e inspiradora conversación con Alberto Bokos, que viene a sumarse a este grupo de profesionales que vivimos apasionadamente este nuevo ciclo vital madurescente que se ha incorporado a nuestras vidas, fruto de la longevidad de la que disfrutaremos tantos de nosotros.
No existe conciencia sobre las consecuencias del alargamiento de la vida y del extenso período saludable del que gozamos, ni existen previsiones sobre qué hacer con esta nueva mayoría de cincuentañeros y sesenteros con ganas, salud y energía suficientes como para cambiar el mundo.
Dándole vueltas al tema, comentaba Alberto, que no hay en este momento una figura laboral legal que pueda dar salida al más de millón y medio de parados mayores de 45 años, que el mercado laboral expulsa, y que no corre por sus venas el espíritu emprendedor que organismos oficiales quieren que nazca en nosotros por generación espontánea, pero que poseen largas carreras y extensa experiencia profesional.
Las administraciones públicas y asociaciones dedicadas a la inserción laboral parten de una premisa que creo errónea, como ya he comentado en otras ocasiones, ya que trabajan sobre la carencia de competencias y habilidades de estos trabajadores maduros, lo que está muy bien aunque es insuficiente, ya que se debe complementar ese esfuerzo con la transformación de las empresas obsoletas o en riesgo de "envejecer". Se trataría de trabajar desde la demanda de puestos de trabajo concretos y reales y no desde la oferta de currículums llenos de experiencia que no responde a necesidades futuras sino a problemas pasados.
Se trataría de proponer que además de analizar el talento y las competencias del profesional para, además a continuación, rechazar su candidatura por "viejo", sea el profesional maduro quien analice las características, potencial de desarrollo y valores de las empresas candidatas a disfrutar de nuestra experiencia.
Invirtiendo el proceso tal vez mejoren las relaciones laborales y sea posible comprometerse (¡anhelado "engagement"!) profesionalmente con una empresa y luchar por su crecimiento y expansión. Buscando realmente una relación "win-win" podremos tal vez desterrar la autoridad basada en el poder y no en el conocimiento, aplanaremos las estructuras, rígidas a causa de la transmisión piramidal de las decisiones, y crearemos auténticas redes de profesionales comprometidos con el proyecto de la organización que han escogido para desarrollarse como profesionales.
Se trataría de seleccionar cuidadosamente la empresa candidata a nuestro propósito de desarrollar una segunda carrera profesional acorde a nuestro talento y nuestra experiencia. Medir su grado de madurez y obsolescencia y trabajar a fondo nuestra oferta de servicios para contribuir al desarrollo y transformación de dicha empresa.
De esta forma la búsqueda de empleo no se presenta como una relación desequilibrada entre el trabajador y el contratador, sino una relación entre iguales, entre una empresa que necesita un determinado servicio y un profesional que conoce esa necesidad y se ofrece para cubrirla.
En este sentido veo la necesidad de crear un punto de estudio, análisis y diagnóstico del nivel de madurez de las empresas que sirva de punto de partida para inventar y desarrollar soluciones de mejora y transformación de los negocios.
Estos proyectos pueden ser una nueva oportunidad para trabajadores sénior expertos que se centren en problemas reales en lugar de ocupar sus días de desempleo con cursos de formación que parten de sus carencias en lugar de acrecentar su talento y habilidades desarrollados a lo largo de su vida laboral. Eso no significa que no sea imprescindible el aprendizaje continuo y el abrirse a nuevos escenarios y propuestas aunque estén muy alejados de nuestras tareas habituales. Es necesario incorporar cada día nuevas metodologías y tecnologías para resolver nuevos problemas.
Se suele presentar como única alternativa laboral (al margen de la prejubilación) a los mayores de 45 que salen del mercado laboral, la emprendeduría, que se ha convertido en la nueva manera de llamar a situaciones de desempleo. Si bien algunos sénior pueden transformarse en emprendedores, suele tratarse de una emprendeduría "forzosa" ya que la mayor parte de nosotros hemos crecido con la convicción de que "trabajo" igual a "empleo", a trabajo asalariado.
Y cuando reconocemos a un emprendedor auténtico, no forzoso, vemos con claridad que poco tiene que ver su forma de ver el mundo y su metodología y sistema de trabajo con los nuestros, centrados en la eficiencia y la eficacia a partir de unos objetivos fijados por una empresa. Por eso es necesario encontrar nuevas figuras y formas de relacionarnos laboralmente que vayan más allá del contrato laboral y la prestación puntual de servicios. Fórmulas que permitan esta relación entre iguales en las que no haya un "empleador" y un "empleado" sino un proyecto común de desarrollo.
Y teniendo siempre en mente que envejecen las empresas, las personas evolucionan.
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