Experiencia es libertad... Cómo desvincularse de la empresa creando nuevos lazos.

Imagen: Shutterstock
Con mis primeros ahorros compré en vinilo "Whis You Were Here" de Pink Floid. Más tarde volví a comprarlo en cassette y luego en CD y sigo escuchándolo en Spotify o en YouTube. He vivido unas cuantas muertes tecnológicas... y seguimos. 

Todos llegamos a un punto en nuestra carrera laboral en el que quisiéramos deshacernos de rutinas y esclavitudes y volar libres, romper el despertador, dejar de perder el tiempo en tareas delegadas y emprender una nueva aventura vital. Se llama "madurescencia" y hay que saber aprovechar ese momento de lucidez en el que sabemos que nos queda por delante mucho que descubrir, mucho que disfrutar. ¡Es la era de la longevidad!

Es el momento de desvincularse, -si no, lo harán por nosotros, como a tantos colegas +50 despedidos, prejubilados, sustituidos, arrinconados...- y como en todas las rupturas... hay que planificarla cuidadosamente y, a poder ser, de la mano de la organización a la que hemos entregado tantas y tantas horas de esfuerzo.

Quiero ponerme por una vez de este lado, el del trabajador, yo que me dedico a asesorar a las organizaciones en cómo Gestionar la Edad de sus plantillas, porque creo que ha llegado el momento de tomar la iniciativa y comenzar a construir un futuro libre, en el que los trabajadores sénior mantengamos con las empresas relaciones de igual a igual, ofrezcamos nuestros servicios y nuestro talento a organizaciones que necesiten resolver un problema, gestionar un servicio..., en lugar de tiempo a cambio de una nómina, que a tantos ha convertido en números desechables con la edad.

En todo caso se trata de mostrarse proactivo y ofrecer a la empresa, antes de que ésta lo haga, los nuevos términos de la relación que, dependiendo de cada Golden Worker, pueden presentar diferentes grados de intensidad.

Algunos de los trabajadores maduros consideran que ha llegado el momento de emprender un negocio propio. No son los más, porque el talante emprendedor se manifiesta a temprana edad y acompaña al individuo a lo largo de su carrera laboral y, aunque hay casos, es difícil que aparezca de pronto en la madurez laboral, a no ser que sea un virus que se ha estado incubando durante años y que no ha tenido la oportunidad de emerger. 

La verdad es que, si miramos las estadísticas, parece que la edad ideal para poner en marcha un negocio propio está alrededor de los 40 años, momento en el que ya se ha acumulado una cierta experiencia y una red de contactos amplia que, junto con un conocimiento de las peculiaridades del sector en el que se quiere intervenir, facilitan la puesta en marcha de un negocio. En este caso la desvinculación de la empresa debe contemplar el patrocinio o la futura colaboración del nuevo empresario con su antigua empresa.

En algunas ocasiones, este espíritu emprendedor puede desarrollarse dentro de la empresa, dedicando parte del tiempo de trabajo a proyectos innovadores o de experimentación. Se trata de la llamada "intraemprendeduría", de la que algunos han oído hablar, aunque es difícil saber dónde se desarrolla. El profesional debe, en este caso pactar con la empresa una nueva distribución del "tiempo" dedicado a cada una de las tareas encomendadas.

Tal vez la figura que aúna a BabyBoomers con Millennials sea el trabajo por proyectos, la llamada GIG Economy, que propone relaciones siempre temporales y acotadas a un proyecto determinado del trabajador con el empresario, lo que supone trabajar para muchas empresas en diferentes proyectos que sean acordes a tu experiencia, conocimiento y habilidades. Muchos trabajadores maduros cifran su libertad y su desarrollo profesional a no trabajar para una sola empresa o en un puesto de trabajo estático e invariable. Trabajar por proyectos exige una permanente actualización y transformación profesional dada la diversidad de situaciones y problemas a los que enfrentarse. En EEUU el trabajo por cuenta propia, y aquí hay que situar a los freelancers, supone ya el 30% de toda la fuerza de trabajo y será del 40% en los próximos años. La desvinculación en este caso es del compromiso con la empresa para pasar a ser de compromiso con un proyecto determinado. 

En sociedades que han comenzado antes que nosotros a preocuparse por el envejecimiento de las plantillas y la Gestión de la Edad en las Organizaciones apuntan nuevas maneras de enfocar esta desvinculación:

Figuras como el "Trabajo Extendido" en la que el trabajador se compromete a rediseñar su trabajo y compartir su conocimiento crítico , a "extender" su trabajo en labores de transferencia del conocimiento, construyendo su Entorno Personal de Aprendizaje (PLE), conduciendo Comunidades de Aprendizaje, participando como dinamizador de acciones formativas, desarrollando la carrera de otros profesionales como mentor, participando en las redes sociales como Embajador de la Marca o actuando en su equipo de trabajo como Agente de Cambio.... En este caso la desvinculación se da de aquellas tareas que se han convertido en rutinarias y exentas de valor para el sénior con el paso del tiempo y que pueden trasladarse a trabajadores con menos experiencia.

En otros casos puede revisarse el mencionado concepto "Tiempo a cambio de Salario" proponiendo diversas medidas de flexibilidad horaria que permitan, por ejemplo, el Teletrabajo  uno o dos días a la semana, o las semanas comprimidas que proponen semanas de 4 días con horarios extendidos, o días libres adicionales cada dos semanas alargando ligeramente el horario de la jornada laboral... La desvinculación en estos casos tiene que ver con el "presentismo laboral", tan arraigado en nuestro país y que no responde a criterios de productividad.

En todos los casos parece inevitable el rediseño y transformación de profesiones y oficios, de puestos de trabajo y categorías profesionales.

Según indica la Guía The Prazer de propuestas y recursos para poner en marcha una segunda carrera profesional o una jubilación gradual el primer paso que hay que dar para comenzar el rediseño de nuestro trabajo consiste en analizar detenidamente qué tareas recurrentes realizamos y determinar cuáles de ellas han perdido valor con el paso del tiempo y pueden eliminarse. Indica, a modo de ejemplo, algunas de las más frecuentes (y yo añado algunas más):


  • Asistir a sesiones o reuniones sobre las que ya existe buena y extensa información en Internet.
  • Elaborar informes exhaustivos en lugar de síntesis, infografías o vídeos breves.
  • Participar en Comités y reuniones a las que asisten numerosos miembros.
  • Participar en procesos técnicos u organizativos ineficientes que podrían ser mejorados.
  • Asistir a reuniones en las que el tiempo de desplazamiento es el doble que el tiempo de reunión.
  • Duplicar trabajo en más de un soporte o formato.
  • Uso exhaustivo del correo electrónico en lugar de herramientas colaborativas.
  • Navegación por Internet en busca de Información sin utilizar herramientas de Gestión de la Información o Curación de Contenidos.
  • Realizar tareas que pueden ser realizadas por un algoritmo, programa o aplicación.


A continuación la Guía The Phazer propone seguir las siguientes pautas para rediseñar nuestro puesto de trabajo/profesión/oficio:


  • Enumerar las responsabilidades de mayor valor y las actividades imprescindibles en nuestro trabajo actual.
  • Priorizar responsabilidades y tareas según su valor.
  • Asignar tiempo aproximado por mes a las actividades clave.
  • Elaborar un borrador de la posición/trabajo ideal a partir del análisis de prioridades.
  • De cara a la organización: Sugerir delegación de tareas de menor valor a miembros menos expertos de la organización y sugerir incorporar tareas de mentoring, docencia y representación a cambio.


A partir de ahí es imprescindible diseñar el itinerario de aprendizaje para alcanzar los conocimientos y habilidades necesarias para este nuevo ciclo laboral.
















  






Comentarios

Entradas populares