Somos polvo de estrellas: En contra de las empresas mediocres.
¿Están las luciérnagas en extinción? |
Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.
La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?
No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.
Entonces dime:¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?¡No!, contestó la serpiente.
¿Yo te hice algún mal?¡No!, volvió a responder su cazadora.
Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.
ESOPO
Estamos atravesando el desierto de la mediocridad y el miedo a perder lo poco que nos dejó esta crisis que no acaba. Muchas organizaciones han sustituido la confianza por el miedo como sistema de gestión de sus colaboradores y eso las condena a ser grises y a extinguirse lentamente, sin brillo, sin pasión, sin alegría, sin vida.
Muchas empresas invierten más presupuesto en el mantenimiento de fotocopiadoras, impresoras, papel y bolígrafos, que el mantenimiento y actualización del talento interno.
Sin embargo, solo las empresas que intentan mantener actualizados, creativos, innovadores, productivos... a sus colaboradores, invirtiendo en ellos y mejorando sus condiciones laborales ( y no me refiero sólo al salario, aunque la única política salarial en este momento sea la de la reducción), verán incrementos en su productividad y mejora en su eficiencia, además de potenciar la indispensable innovación permanente que actualmente requiere cualquier organización para mantener su competitividad.
Es común encontrar organizaciones que desean contar en sus filas con trabajadores mediocres, dóciles y manejables. Para ello instalan sofisticados sistemas de control de la presencialidad, en lugar de controlar su productividad, impiden el acceso a las redes sociales desde el lugar de trabajo, en lugar de convertir a sus empleados en embajadores de la marca y los principales creadores de una buena reputación profesional.
Jamás reconocen los logros de ningún colaborador, no sea que pidan un aumento de sueldo. Algunos jefes de estas organizaciones mediocres, se asignan a sí mismos, los logros, los éxitos, las buenas ideas y la mejores prácticas de sus empleados, en un acto de apropiación indebida.
Empresas que ocultan sus objetivos y estrategias a sus colaboradores y los mantienen en compartimentos estancos, en silos desde los que no puedan ver a qué se dedica el vecino, con la intención de que se concentren en su "parcela" de trabajo, ignorando que es imposible realizar un trabajo bien hecho si no se dispone de toda la información necesaria para llevarlo a cabo.
Empresas que valoran mucho más la docilidad que el ingenio, cuando conseguirían mayor productividad y compromiso si los empleados fueran contratados por su talento para hacer mejor las cosas.
Empresas que serían brillantes si permitieran brillar a sus empleados.
Muchas empresas invierten más presupuesto en el mantenimiento de fotocopiadoras, impresoras, papel y bolígrafos, que el mantenimiento y actualización del talento interno.
Sin embargo, solo las empresas que intentan mantener actualizados, creativos, innovadores, productivos... a sus colaboradores, invirtiendo en ellos y mejorando sus condiciones laborales ( y no me refiero sólo al salario, aunque la única política salarial en este momento sea la de la reducción), verán incrementos en su productividad y mejora en su eficiencia, además de potenciar la indispensable innovación permanente que actualmente requiere cualquier organización para mantener su competitividad.
Es común encontrar organizaciones que desean contar en sus filas con trabajadores mediocres, dóciles y manejables. Para ello instalan sofisticados sistemas de control de la presencialidad, en lugar de controlar su productividad, impiden el acceso a las redes sociales desde el lugar de trabajo, en lugar de convertir a sus empleados en embajadores de la marca y los principales creadores de una buena reputación profesional.
Jamás reconocen los logros de ningún colaborador, no sea que pidan un aumento de sueldo. Algunos jefes de estas organizaciones mediocres, se asignan a sí mismos, los logros, los éxitos, las buenas ideas y la mejores prácticas de sus empleados, en un acto de apropiación indebida.
Empresas que ocultan sus objetivos y estrategias a sus colaboradores y los mantienen en compartimentos estancos, en silos desde los que no puedan ver a qué se dedica el vecino, con la intención de que se concentren en su "parcela" de trabajo, ignorando que es imposible realizar un trabajo bien hecho si no se dispone de toda la información necesaria para llevarlo a cabo.
Empresas que valoran mucho más la docilidad que el ingenio, cuando conseguirían mayor productividad y compromiso si los empleados fueran contratados por su talento para hacer mejor las cosas.
Empresas que serían brillantes si permitieran brillar a sus empleados.
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