La revolución madurescente: Resumen de la ponencia para E20BIZ





Caso práctico PYME: Charisma LTD Observatorio del aprendizaje de Internet en la Madurescencia
De la nómina a la factura, de empleados a empresarios: el fin del trabajo tal como lo conocemos.

Soltarse de la mano de la empresa e iniciar un camino autónomo, emprender el camino de la autonomía personal y financiera, debería ser una etapa necesaria, la etapa de culminación de la carrera laboral de cualquier profesional. 
Esa deseable liberación se ha convertido, gracias a los tiempos económicos que corren, en un emprendimiento forzoso por la continua, sistemática y cruel destrucción de empleo, lo que hace a muchos repetir la españolísima frase "vivan las cadenas", un deseo que se convierte en una búsqueda desesperada de un inexistente puesto de trabajo, en lugar de dirigir toda la energía a aunar trabajo y pasión, afición y oficio, ocio y negocio. 
Según el informe del GEM Global Entrepreneurship Monitor, el emprendimiento forzoso aumentó en España aun 36% respecto a 2010 afectando sobre todo a mujeres y mayores de 50 años.
Y digo afectando porque no se trata en estos casos de una decisión meditada, un deseo de crecer y mejorar la vida laboral, sino de un emprendimiento por necesidad que se vive como una desgracia, cuando no como un fracaso.
Y hablamos de mantener la "empleabilidad" y para ello gestionar nuestra "marca personal" para encontrar "empleadores" en lugar de mantener nuestra "creatividad" y "expertise" para encontrar "clientes".
Y hace ya tres años algo se me removió leyendo a Raimon Samsó y su reflexión sobre la libertad financiera en la madurez. Porque ya no podemos confiar ni en pensiones, ni en fondos de pensiones, la inseguridad financiera,  cuando empieza a otearse en el horizonte no demasiado lejano la jubilación, es grande y el remedio pasa seguramente por emprender.
No sólo por eso, la experiencia acumulada, la mayoría de edad de los hijos, el hastío en el trabajo de hace tantos años..., supone mayor disponibilidad de tiempo y la aventura empresarial se convierte entonces en algo atractivo, viable, gratificante.
Y como dicen los americanos en boca de Janean Chun, no te fíes de la cara de niño de Zuckerberg, ni creas en los estereotipos de Silicon Valley que dicen que sólo los jóvenes pueden innovar y que cualquier niñato puede construir Facebook.
La edad de los empresarios está aumentando asegura la investigación de Vivek Wadhwa que afirma que la tasa más alta de la actividad empresarial se ha desplazado en EEUU a los boomers de 55-64 años.
La innovación es un producto de mentes jóvenes y, por su trayectoria, la generación del baby boom conserva una mentalidad joven: los cincuenta son los nuevos treinta, dice Rieva Leonsky.
Steve Jobs presentó iMac, iTunes, iPod, iPhone y iPad pasados los 45, cuando era joven lo echaron de Apple, sus mayores innovaciones llegaron con la edad y la madurez. (Opiniones extraídas de Boomers who start business en  The Huffington Post)
Muchos boomers están perdiendo su empleo por la recesión. La discriminación por edad está empujándoles al emprendimiento forzoso y el autoempleo como única solución.
Podríamos estar entrando en la época dorada de la iniciativa empresarial frente a la mentalidad  “asalariada” en la que personas maduras son dueños de su trabajo en parte por necesidad, en parte alimentando sueños que no pudieron cumplir de jóvenes, y en parte para tomar el control de sus vidas de cara a la jubilación.
Incluso dentro del seno de las empresas parece que empieza a ser tendencia una creciente autonomía del personal, una organización cada vez más "redárquica" hasta el punto de externalizar el máximo de procesos, establecer relaciones laborales temporales por contrato o servicio puntual y adelgazar su estructura a menudo hasta la extinción para pasar al "management by out", la venta de una parte de la empresa, de un servicio, de un producto, de un proceso, a un profesional, que de esta manera de empleado se convierte en empresario, casi siempre unipersonal: autónomo.
En este sentido quisiera explicar el proceso, voluntario en este caso, de transformación que supone iniciar pasados los cincuenta un nuevo camino laboral como emprendedora: Cómo construir una identidad digital, cómo constatar que en tiempos de redes hay que ofrecer servicios, no productos, elaborar un portfolio dirigido a una generación, la de los babyboomers, que verá prorrogada su vida laboral, que en este momento es la más afectada por los ERE y las reestructuraciones empresariales, que en el caso de perder el empleo difícilmente se podrá reincorporar a una empresa y deberá convertirse en emprendedor forzoso. Pero que tiene a su favor en cuanto a su valía profesional el descenso de la natalidad y que la experiencia en estos momentos en los que se buscan trabajadores del conocimiento es un valor en alza que anuncia la revolución madurescente.


Para incorporarse a este cambio, al emprendimiento forzoso, el aprendizaje permanente es la clave y la actualización en los recursos de la web 2.0 y las redes sociales para nuestro desarrollo profesional imprescindible. Y este es el servicio que decidimos ofrecer desde Charisma LTD: Observatorio del aprendizaje de Internet en la madurescencia, que en todos los formatos conocidos: presencial, elarning, blended learning y hasta en forma de clases particulares, pretendemos dotar de recursos digitales a analfabetos e inmigrantes digitales que difícilmente reconocen su desconocimiento y que en su proceso de aprendizaje se debe dedicar un tiempo importante al desaprendizaje.
El nuevo emprendedor maduro debe controlar y gestionar su identidad digital y posicionarse en internet para tener visibilidad, la mejor manera de ofrecer sus servicios y experiencia.
La revolución madurescente llama a plantarle cara al estado de temor, casi de pánico en el que estamos sumergidos en aras de los intereses de no se sabe muy bien quién, porque esto de los “mercados” no es más que el nuevo “coco” con el que nos atemorizaban de pequeños si no nos portábamos bien, es decir, si no nos callábamos, dejábamos de protestar y nos comíamos sin rechistar el filete de hígado que tan bueno iba a ser para nuestro crecimiento, pero que nos repugnaba.
La revolución madurescente llama a sacar la cabeza del pozo y afirmar que estamos en nuestro mejor momento creativo, ese momento en que podemos aunar experiencia y pasión, templanza y curiosidad, ese momento en que sabemos mesurar con precisión el alcance de un riesgo que estamos dispuestos a correr con los ojos muy abiertos y con el paracaídas de todo lo observada, todo lo leído, todo lo vivido.

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