Séniors prodigio. Inventando la nueva madurez.


Existir es cambiar, cambiar es madurar, madurar es seguir creándose indefinidamente. Henry Bergson

Estoy "ocupada", que no preocupada, por las oportunidades que brinda la longevidad y la buena salud y estado de ánimo de los profesionales maduros. Si en su día mi generación inventó la juventud, estamos ahora inmersos en el proceso de invención de una, inexistente hasta hace bien poco, etapa de la vida que nos permite ser aprendices de nuevo, pero esta vez sin las ataduras que supone el "mandato social" de producir y reproducirse, sino con la libertad de hacer crecer tu bagaje, incorporando nuevas experiencias, y devolver, compartiéndolo con otros, lo aprendido, vivido, experimentado.

Instalados en el cambio acelerado y continuo, los séniors madurescentes hemos visto cómo se debilitaban los lazos de sangre en unidades familiares cada vez más pequeñas, cómo se debilitaban los lazos que nos unían a la empresa o la organización en la que trabajábamos y como crecían y se afianzaban los lazos intelectuales basados en intereses compartidos y en la empatía con otras personas.

Los séniors madurescentes  en tránsito hacia la nueva madurez soñamos con la creación de comunidades, (ese "tercer lugar"), basadas en los intereses comunes y en la afinidad personal. En un momento de gran exaltación de los vínculos de sangre y del "engagement" con la empresa, cada vez hay más personas que viven solas, que no trabajan para una única empresa y que su entorno social tiene que ver con aficiones y gustos comunes formando una gran familia de conexión débil.


La nueva madurez se aleja cada vez más de la dorada tercera edad de finales del siglo XX y quiere seguir aportando valor a la sociedad. No buscan sólo actividades de ocio, sino que quieren disfrutar de la aventura del aprendizaje permanente, de la vivencia de experiencias emocionantes que nos permitan seguir creciendo.


Los séniors madurescentes no constituimos una generación homogénea sino que conformamos un agregado de microcomunidades ya que la acumulación de experiencia hace que seamos diferentes, únicos, diversos... Por eso nos gusta trabajar en red más que en equipo, somos conectores, nodos más que unidades, sociables no gregarios. 


Los séniors madurescentes queremos colocar el aprendizaje en el centro de nuestras vidas para que no cese en ningún momento nuestro proceso de transformación. Porque el paso de los años es un proceso y no un suceso, valoramos el presente y queremos formar parte , ser parte del cambio social que se está produciendo.


Empresas, organizaciones y sociedad sin duda incorporarán como parte activa y creativa a los adultos maduros, porque somos la nueva mayoría y por lo tanto imprescindibles en este tránsito hacia una sociedad más humana.


Experiencia y práctica son difícilmente automatizables, así que los Golden Workers no podremos ser sustituidos por máquinas, especialistas como somos en la resolución de problemas complejos de forma innovadora como hemos venido demostrando en cada una de las revoluciones en las que ya hemos participado.




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