El tiempo es ahora. Innovación y transformación en la era de la longevidad.

El tiempo es un aliado. El tiempo es como un escultor. Sólo viviendo una cierta cantidad de años acaba descubriendo la escultura. Amélie Nothomb



Imagen: todaslasartes-argentina.blogspot.com
Asistí y participé como ponente hace unos días en el Congreso Internacional EDO bajo el lema "Liderazgo y Gestión del Talento en las Organizaciones". Se  habló mucho y muy a fondo sobre el "aprendizaje" a lo largo de la vida en las organizaciones como requisito imprescindible para sobrevivir al cambio constante de las funciones y las metodologías de trabajo que ha provocado la acelerada evolución tecnológica.

Se hablo con profusión de Inteligencia Artificial y Robotización pero también del nuevo humanismo que puede surgir en cuanto las máquinas hagan aquel trabajo que no le deseamos a ningún ser humano.

Y somos las personas las que debemos cambiar el mundo, no los cambios y la aceleración tecnológica quien nos  obligue a cambiar. Yo propongo, Yo NO acepto, yo sugiero, yo analizo, yo critico, yo construyo, yo invento... Cuando hablamos de transformación, ahí debe estar nuestro foco, en el "entusiasmo" por cambiar , por mejorar el entorno. Ahí está la clave, pasar de un movimiento "reactivo": estoy obsoleto, debo cambiar, a un movimiento proactivo: ¿cómo puedo cambiar/mejorar esta realidad? De partir de nuestras carencias a partir de las carencias organizativas.

Y en cuanto a la experiencia adquirida, deberíamos conocer a fondo qué conforma nuestra mochila, nuestro pasado, pero no para convertirla en un currículum, sino en el poderoso motor para transformar, desde el realismo que otorga la experiencia, las organizaciones y las empresas. Con mi experiencia yo puedo prever la viabilidad de un cambio, de un nuevo proyecto, de un nuevo producto o servicio. La experiencia debe proyectarse hacia delante, hacia atrás se convierte en añoranza de los tiempos pasados... "yo por aquel entonces fui..." Contrastar lo conocido con los nuevos y necesarios aprendizajes para provocar nuevas sinapsis, nuevas asociaciones y aplicaciones, nuevo conocimiento. Centrarnos en la construcción de nuevo conocimiento fruto de la reflexión y el análisis crítico para resolver los nuevos problemas que irán surgiendo en esta sociedad VUCA.

Sigo empecinada en mi tesis de que son las organizaciones las que envejecen, las personas evolucionan, gracias fundamentalmente a la plasticidad del cerebro frente a la rigidez de las estructuras organizativas. Evolucionar para innovar que es aprender, es crear nuevo conocimiento.

Nuestro cerebro cambia con cada experiencia vivida, es la llamada "neuroplasticidad", nuestro cerebro es fundamentalmente un órgano adaptativo. Cada nueva unidad informativa que debemos almacenar en la memoria, genera nuevas sinapsis, se refuerzan otras, se debilitan algunas y otras se podan. En constante transformación este proceso traduce el mecanismo fundamental del aprendizaje. 

Desaprender viejos hábitos, focalizar nuestra atención, repetir hasta incorporar, buscar permanentemente la novedad y la estimulación sensorial, refuerzan nuestras conexiones sinápticas entre neuronas, lo que permitirá la neurogénesis y la neuroplasticidad. Estimular esta capacidad adaptativa permitirá que nuestro cerebro no entre en declive, aunque dice la ciencia que el paso de los años afecta muy poco a la capacidad de aprendizaje y adaptación.



Y aprendizaje colaborativo, seres humanos trabajando en voz alta (work out loud), para convertir en explícito el conocimiento tácito que aporta la experiencia. Tal como dice Nancy Dixon, que se define a sí misma como arquitecta de conversaciones, "en la Era Industrial las palabras importantes eran control y rentabilidad. En la Era del Aprendizaje la palabra importante es participación".  Trabajar en red y cuidar tus relaciones, tus contactos, convertirte en nodo de relaciones, en referente, en conector..., como habilidad que requiere de "tiempo vivido", de experiencia, de madurez.

Y para seguir aprendiendo, poner en cuestión las certezas de toda una vida, entrar en crisis madurescente para seguir creciendo. Hablamos de crecimiento y no de envejecimiento porque se trata de no frener nuestro desarrollo para entrar en declive, sino en seguir aportando nuestra experiencia a la transformación social que estamos viviendo.

Como dicen José Alberto Yuni y Claudio Artel Urbano , "envejecer y madurar son dos procesos diferentes. El envejecimiento es un proceso universal ligado a los efectos del paso del tiempo. Madurar, en cambio, es un proceso dinámico que se basa en la conciencia de lo que el tiempo hace con nosotros, y lo que hacemos con el tiempo que nos atraviesa y se nos pasa."

Cuestionarnos quiénes somos, cuál es nuestro particular talento, qué podemos aportar para mejorar procesos y relaciones, analizar qué debemos aprender, qué debemos mejorar y qué debemos olvidar supone entrar en esa crisis madurescente que nos orienta en la tarea de alcanzar la madurez y la plenitud, supone el reto de incrementar nuestra productividad, nuestra creatividad y generatividad que propicie la expansión de la integridad de la persona.

Los trabajadores sénior como "thinkers & makers", sentipensantes, que diría Eduardo Galeano, como habilidad que puede desarrollarse a partir de la experiencia, porque lo que proporciona la experiencia, la madurez, es libertad para iniciar el camino de la construcción de nuestro mejor yo.






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