TRANS-FORMACIÓN. En estado BETA permanente: Aprender es el trabajo
Ya no
aprendemos como antes. El acceso generalizado a la información desde cualquier
lugar y en cualquier momento que nos permite nuestro smartphone, ha
revolucionado los sistemas y metodologías de aprendizaje. La continua
transformación de tecnologías y modos de producción hacen que el conocimiento
que almacenamos en nuestras organizaciones caduque y se vuelva obsoleto casi en
el mismo momento de encapsularlo en intranets o páginas web que raramente
permiten la interacción.
Ese mismo
cambio continuo, esa volatilidad del conocimiento hacen necesario compartir con
los profesionales que nos rodean, la información necesaria para seguir
avanzando y transformando la empresa y las relaciones entre sus miembros.
Se hace
imprescindible “trabajar en voz alta” (WOL working out loud) frente al trabajo
compartimentado en silos, en unidades estancas que no se comunican entre sí,
tan característica del siglo pasado en el que “mi valor” se medía por aquel
conocimiento que sólo yo poseía y que me convertía en el dueño de un proceso
estable, que se repetía hasta convertirse en una rutina, en un escenario organizativo
estructurado en forma de pirámide jerárquica.
Ya no es
así, los procesos rutinarios serán cada vez menos frecuentes y se encomendarán a
ordenadores y robots, a la vez que se exigirá del profesional mayor capacidad
de innovación e invención de nuevas maneras de trabajar y de relacionarse con
el cliente, a la par que la tendencia del mercado tiende a la personalización
de productos y servicios y exige por lo tanto de inteligencia social por parte
de los trabajadores.
Todo esto requiere
del profesional el sumergirse en un continuado proceso de aprendizaje que es
parte constitutiva del trabajo. Los escenarios líquidos y el cambio constante,
exigen de aprendizaje continuo y eso que muchos profesionales comienzan a
interiorizar, supone un esfuerzo de transformación de los modelos de formación
y desarrollo de los departamentos de Recursos Humanos, que se convierten en
agentes de cambio, en piezas proactivas clave para la transformación
organizativa de la empresa, pensando en modelos colaborativos y de creación de
sistemas de gestión viva y dinámica del conocimiento y en la construcción de la
inteligencia colectiva de la organización.
Los viejos
planes de formación en forma de catálogo (café para todos) pierden su sentido
ya que el aprendizaje permanente exige adecuar a cada individuo, momento de
ciclo profesional, tipología del proyecto en el que se está colaborando, estilo
propio de aprendizaje, etc., el plan
personal de aprendizaje.
Esta
personalización hace que la responsabilidad sobre el desarrollo profesional de
los trabajadores no sólo sea una responsabilidad de la empresa sino una
responsabilidad compartida por el propio profesional que dirige su proceso de
aprendizaje y desarrollo.
Teniendo
en cuenta además que no aprendemos cuando la empresa o nuestro jefe lo decide
sino cuando nosotros lo decidimos (voluntad, curiosidad) y necesitamos
(interés). El aprendizaje es un proceso individual y es significativo cuando el
profesional relaciona los nuevos conceptos y les da sentido a partir de la
estructura de conocimiento que ya posee, cuando inserta los nuevos
conocimientos en su realidad laboral y con su experiencia anterior.
El proceso
de aprendizaje provoca un cambio duradero, medible y concreto en el
comportamiento del profesional que así elabora un concepto mental nuevo o
revisa una creencia anterior, pone en duda lo sabido (desaprendizaje) y
construye nuevo conocimiento (creatividad, invención).
Si hasta
ahora los planes de formación recopilaban todo el conocimiento del “pasado” de
la empresa, ante un entorno VUCA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo) será
imprescindible la construcción de nuevo conocimiento por encima del almacenaje
del conocimiento antiguo y caduco. La elaboración por parte de los trabajadores
de nuevos significados (establecemos relaciones significativas entre lo que
“aprendemos” y lo que “sabemos”) que permitan evolucionar a la empresa, deviene
urgente.
A esta
actividad individual debemos añadir, para la construcción de la inteligencia
colectiva de la organización, la interacción con otros,
La Ley del
70, 20, 10 formulada por Morgan W McCall, dice que el aprendizaje en el trabajo
se produce mayoritariamente trabajando, o sea a través de la experiencia
laboral, en un 20% en el intercambio de información y la colaboración con
compañeros (y de la observación, imitación, copia de buenas prácticas) y un 10%
a través de cursos formales de formación y de la lectura de informes,
artículos, libros....
Poco ha
cambiado la manera de enseñar. Tampoco en la empresa. Lo que sí ha cambiado es la
manera de aprender. La mayoría de trabajadores tiene algún grado de
alfabetización digital, no tiene problemas para comunicarse a través de un
smartphone o para buscar información o noticias en internet.
Esa familiaridad con la que interactuamos con los dispositivos móviles los convierte en una extensión de nuestro cuerpo, se integran en nuestra vida cotidiana hasta ser imperceptibles. Y por eso, en los procesos de aprendizaje en las organizaciones la tecnología debe ser invisible: Profesionales trabajando juntos para desarrollar nuevas habilidades y utilizar el conocimiento que han recogido dentro y fuera de la empresa a través de materiales en línea, sin importar el "cómo" ni el "dónde" sino el "para qué", para construir nuevos significados, nuevo conocimiento útil para la organización.
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