Contra el #edadismo: Planificación de la longevidad... madurez creativa

Imagen: Smart workforce strategies

Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será. Miguel de Unamuno

Muchas personas de más de 50 años, incluso de más de 45 , están haciendo grandes esfuerzos para superar con éxito la crisis madurescente, o sea la gran transición profesional de la madurez..., y no lo consiguen en un entorno profesional en el que sólo se asocia el "talento" a la juventud.

El desempleo de mayores de 45 es actualmente casi el 50% del total de desempleados en nuestro país y muchos de ellos lo son de larga duración, con escasísimas posibilidades de ser de nuevo contratados, de manera que son obligados a dejar de trabajar  mucho antes de poder optar a la jubilación, sufriendo daños financieros irreparables.

La discriminación por edad es actualmente una lacra que a nadie parece importar. Eso sí, se habla de la inviabilidad del sistema de pensiones actual, así que lo que en realidad se está propiciando es la estigmatización de los mayores de 60 años, que pondrán en peligro con sus pensiones, todo nuestro sistema de bienestar social.

Por otro lado, los que hablan del futuro del trabajo y el envejecimiento de nuestra sociedad, amenazan con carreras laborales mucho más largas que las actuales, que podrían llegar más allá de los 70 años, ya que si observamos la pirámide demográfica que nos espera en los próximos años, el relevo generacional es sencillamente imposible. Actualmente en España somos el doble los mayores de 50 años que los menores de 18.



Pero volviendo a los números, en 2018 el 45 % de los nuevos jubilados tenía menos de 65 años. ¿Paradójico, miope, contradictorio? Sencillamente... cortoplacista.



Se habla de la fuga de cerebros  de entre los más jóvenes (1,1 millón de jóvenes entre 16 y 35 años emigró en los últimos 6 años, 2012-2108) lo que no hace más que empeorar el balance generacional, pero nadie habla de la fuga de talento de los mayores de 55 de las empresas. 

El "edadismo" no sólo se refiere a la imposibilidad de encontrar un nuevo empleo pasados los 50, incluso los emprendedores sénior tienen más dificultades para encontrar financiación que los jóvenes que intentan poner en pie una startup: los inversionistas prefieren a jóvenes sin experiencia que a "maduros" experimentados, aunque las ideas de ambos sean igualmente brillantes.

Los empleadores asocian "edad" a "discapacidad" y, de hecho, empresas que sí tienen medidas o programas de gestión de la edad (Age Management), se suelen enmarcar dentro de las áreas de "Salud Laboral" o PRL, identificando "mayor" a "enfermo crónico" y por lo tanto "absentista", lo que desmienten claramente las estadísticas de bajas laborales.

Los organismos, asociaciones y fundaciones creadas para combatir el desempleo de larga duración centran gran parte de sus esfuerzos en los candidatos jóvenes y reservan una pequeña parte de sus esfuerzos a la, cada vez más numerosa mayoría, de los mayores de 50, a los que se dirigen como sujetos desactualizados, con conocimientos y habilidades obsoletas, con carencias  técnicas y digitales. ¡Hay que reinventarse!, dicen, como si lo aprendido, experimentado y aplicado en su trabajo hasta ahora fuera una rémora que actuara en su contra.

Se nos habla de salir de nuestra "zona de confort" a profesionales que no han hecho otra cosa a lo largo de su vida laboral que cambiar y adaptarse a nuevas realidades, en lugar de analizar qué experiencias de las vividas podrían seguir contribuyendo a resolver problemas del presente, "ampliando" en lugar de "saliendo" de esa discutible zona de confort en la que, seguramente, nunca hemos estado.


Imagen: Entrepreneur

La generación de profesionales que tiene ahora más de 50 años siguió en muchísimos casos el camino trazado por sus padres: Estudió hasta donde pudo económicamente hablando, se casó, compró una casa, tuvo hijos... Se enfocó en formar una familia, no en dedicarse a lo que amaba o le apasionaba, a desarrollar su talento, sino a cubrir las necesidades económicas de la unidad familiar. Asumieron, la mayoría, que vivirían como lo hicieron sus padres (seguramente mucho mejor), con un único empleo a lo largo de toda su vida activa. Se equivocaron: ahora, inesperadamente y sin razón aparente, han perdido el empleo y con pocas expectativa de reincorporarse a otra empresa.


Vivimos en una cultura fuertemente "edadista", obsesionada por el mantenimiento de la juventud a toda costa. Por tanto se trata de un problema que no puede resolverse desde lo "individual", debe hacerse desde lo colectivo, desde un movimiento de base que cree conciencia sobre las consecuencias de la longevidad, que afortunadamente disfrutaremos, y que exige de una planificación individual del momento del retiro, de la jubilación que no puede ser homogénea y de "café para todos" sino que debe ser decidida colaborativamente entre la persona implicada y su contexto social. Si nos callamos, si no participamos, nada va a cambiar y envejeceremos pobres y en el paro.

En los próximos años seguramente se ampliará la edad de jubilación hasta los 70 o 75 años. Mejorará la percepción del valor del talento sénior (no hay más remedio cuando no puede producirse un completo relevo generacional), pero mientras esto sucede... ¿qué podemos hacer los mayores de 50 años?

Planificar, planificar, planificar la longevidad...


Hacer un balance de lo que nos apasiona hacer y de lo que con nuestros conocimientos y habilidades actuales podemos hacer y mostrar nuestro talento e "nuevas" empresas, negocios emergentes, nuevos empresarios de los que no nos importa la edad sino lo emergente de su proyecto, porque son las empresas "envejecidas" las que rechazan el talento sénior, es más realista aportar experiencia a quien carece de ella.

Y crear redes, asociarse tanto con "pares" como con los más jóvenes. Unirse a movimientos que luchan contra la discriminación por edad y que promueven la cooperación intergeneracional. Encontrar nuestra "tribu" donde poder compartir ideas y proyectos.

Los mayores de 50 años no necesitamos cuestionar nuestro pasado, renegar de él y comenzar de cero para tener éxito, basta que nos centremos en mantener una mentalidad de crecimiento estimulada por la curiosidad y la capacidad de aprendizaje continuo.

Las carreras profesionales ya no tienen forma de escalera ascendente, tienen múltiples ciclos y movimientos laterales. Hay que aprovechar las transiciones laborales para incorporar nuevas habilidades y conocimientos y, sobre todo, hay que hacer crecer continuamente la red profesional de nuestro entorno para no caminar solos, para construir en comunidad, para dar y recibir apoyo y para entre muchos estar al tanto de las oportunidades que surjan y sumar esfuerzos en la construcción de un futuro mejor y más justo.



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