Paisajes interiores


Onda Cero
En La Coruña, el pasado miércoles, esperaba sentada en Palexco que me llamara Onda Cero para realizar el clip de radio que está al comienzo de este post.
La situación del Palacio de Congresos de Coruña es espectacular y entraba por los ventanales un sol otoñal amarillo que hacía aún más hermosa la contemplación de las cristaleras que miran al mar.
¡Cómo ha cambiado La Coruña! Durante toda la década de los 80 viajé a Coruña un mínimo de tres veces al año. Es lo que tiene haber estado casada con un gallego, necesitan volver a casa a menudo... Recuerdo perfectamente la primera vez que vi la concha de un berberecho, hasta los 20 años sólo los había visto en lata...
Coruña era entonces una ciudad pequeña y algo sucia, con grandes zonas militares inaccesibles.

Creo que ahora puedo disfrutarla más que entonces. Y eso me sucede con muchas ciudades. Cuando las visité por primera vez estaba seguramente distraída conmigo misma y mi historia. Ahora he aprendido a que nada me distraiga de la belleza, es una ventaja de la edad: me asomo al mundo con más curiosidad que en la época de las efervescencias juveniles. Me interesan paisajes y paisanos y mucho menos mis paisajes interiores.

He aprendido también a divertirme con menos, a leer más rápido, a leer despacio, a paladear el vino. a quedarme quieta, a mirar a los ojos y ver el niño que todos llevamos dentro, a estar alegremente sola y sin dolor, a ser una buena secundaria cuando toca y a asumir la responsabilidad también cuando toca. Me está costando, pero desaprendo bastante bien y vuelvo a mi inocencia de antaño para incorporar nuevos aprendizajes...: MADURESCENTE.

Nos tocará reivindicar la ventajas de la edad y la experiencia, aunque parezca que todos juguemos a ocultarlas. ¡Sí, tiene ventajas: me conozco tantos atajos...! Y por otro lado: Me deslumbra la brillantez de la juventud, y es el signo de los tiempos, quiero aprender de sus descubrimientos.

Lo bueno está por venir... Recuerdo la frase que compartía en Coruña con el que entonces era mi novio: TODO y PRONTO, era el lema de los indios metropolitanos de Milán... ¡Qué tiempos aquellos!

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