Silencio

El silencio se rompe por un coche que asciende veloz por la calle Aribau, y otro, otro... pero sé que es domingo porque el rumor de fondo, el motor incesante de las ciudades en día laborable está apagado.

Incluso oigo con nitidez el suspiro enfermo de mi vecino anciano y las noticias en la radio al otro lado del tabique que nos separa.

Es domingo aunque tantísima gente no tenga de qué descansar, día de estar al acecho, atenta, en sus puestos, esperando el lunes que vendrá lleno de nuevas historias.

Pero el domingo es un árido desierto que transitamos en silencio.

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